sábado, 24 de diciembre de 2016

Los Césares y la escultura II

                       Tiberio Claudio Nerón


Tiberio Claudio Nerón nació en Roma el 16 de noviembre del año 42 d.C. y en su origen perteneció a una de las familias menos valoradas en la aristocracia de Roma, el padre, Tiberio Claudio Nerón, y la madre, Livia Drusila. Ambos pertenecían a la gens Claudia bastante ligada a la historia de la República siendo alguno de sus miembros ferreos defensores de los derechos del pueblo como por ejemplo Apio Claudio, el decenviro, que habia dado a Roma la ley de las 12 tablas. Y mas tarde el censor Claudio Ceco del año 312 a.C. sería el germen de dos de las ramas más características de la gens Claudia, Los Pulchri y los Nerones

La ascensión al poder de Tiberio fue difícil y marcó de por vida al futuro emperador, siendo su madre desposada por Augusto en segundas nupcias creció junto a su hermano Druso en un ambiente extraño y caótico durante los últimos años de la República haciéndole un niño tímido y reservado, con dificultades para comunicarse con los demás  por lo tanto amante de la soledad y viendo la sociedad como un entorno hostil. La descripción que se realiza de Tiberio por parte de Suetonio lo describe como un hombre alto grueso y robusto, una tez blanca con cabellos largos por detrás de la cabeza y un rostro hermoso. También añade que su actitud al marchar era mas bien cabizbaja, con la cabeza inmóvil, aspecto triste y casi siempre en silencio y si por necesidad tenia que hablar con alguien lo hacia con lentitud. Esta visión de un hombre de buena prestanza aun con el aspecto triste la vemos reflejada en la mayoría de sus representaciones de las cuales hablaré próximamente ligándolas a varios aspectos determinante de su vida.

Busto de Tiberio coronado de Laurel. Copia de la original del siglo I d.C.

La primera de ellas, este busto de Tiberio coronado de laurel, representa ya a Tiberio como emperador tras suceder a su padrastro Augusto, a pesar de ostentar el título de emperador el rostro de este busto sigue transmitiendo una sensación triste y melancólica. En torno a la entronización de Tiberio sucedieron varios episodios en los que el mismo siempre era relegado al segundo lugar de la sucesión a favor de otro integrante de la familia, ya fuera en primer lugar Cayo Claudio Marcelo, hijo de la hermana de Augusto, que murió en el año 22 a.C. de forma prematura. En otra ocasión Augusto prefirió para el trono a los hijos de la unión entre Marco Agripa, antiguo compañero de armas de Augusto, y la hija del mismo. 

Los hijos de este matrimonio, Cayo y Lucio, fueron señalados como sucesores tan pronto como Agripa y Julia se los ofrecieron a Augusto en adopción relegando aun mas el papel de Tiberio a pesar de sus importante victorias militares que después comentaré. Finalmente y tras los fatídicos destinos de Cayo y Lucio y supuesta mente con la ayuda de su madre, Tiberio fue finalmente aceptado por Augusto, otorgándole el imperium proconsular y la potestad tribunicia marcándole definitivamente como su sucesor. Y tal y como ya se indicó en las primeras lineas de este párrafo, Tiberio, no se pudo librar de la sensación de estar siempre en segundo lugar y de haber sido el último recurso de Augusto para la sucesión. Tomando las riendas del poder con 57 años, prematuramente viejo, amargado y desilusionado y aún consciente de sus deberes de Estado, incapaz de atraer la simpatía y comprensión de su entorno. 

Busto de Tiberio toracado. Copia del original actualmente perdido. Museo Arqueológico de Nápoles.
Este busto de Tiberio toracato, es decir, con coraza, representa al Emperador como general al estar vestido con la corona de laurel y la coraza. Antes incluso de su nombramiento como Imperator, Tiberio ya cosechó una gran cantidad de éxitos militares que le otorgaron renombre entre las propias tropas y Roma. Estas victorias eclipsarían notablemente tanto su carrera política como la posibilidad de un conflicto sucesorio en un futuro. Con solo 16 años Tiberio recibió su bautismo de fuego como oficial en Hispania en el año 26-25 a.C. en las Guerras Cántabras dirigidas por el propio Augusto. También por aquellos tiempos acumuló logros como diplomático en casos como las conversaciones en pos de la recuperación de los estandartes romanos arrebatados a Craso por los partos en el año 53 a.C. y en la reorganización de las Galias en el año 16 a.C.

Mas tarde y a la sombra de los herederos engendrados por Agripa y Julia, Tiberio realizó campaña, junto a su hermano Druso, en las fronteras septentrionales del Imperio contra retios y vindélicos (15 a.C.) y al otro lado del Adriático contra dálmatas y panonios (12-9 a.C.). Esta serie de campañas fueron tan brillantes que los propios soldados le aclamaban como Imperator aunque los celos de Augusto no le permitieron en esta ocasión celebrar sus triunfos en Roma contentándose solo con los ornamenta triumphalia y los honores de esta distinción. Aunque a Tiberio no parecía importarle por que debido a su carácter le eran mas queridos y tenia en mas estima a sus propios soldados y el ambiente militar que a los aristócratas y la vida política.

Estatua de Tiberio divinizado. Obra postuma encontrada en Paestum en 1860. Actualmente en el M.A.N, Madrid, España.
Otras representaciones de Tiberio le representan en actitud sedente y divinizado, están fueron postumas y se realizaron para la tarea del culto imperial. Otro tipo de escultura, también postuma, representa a Tiberio togado en actitud orante con un rollo de pergamino en la mano, teniendo en cuenta el poco interés del Emperador en ejercer su poder y menos aun en dirigirse al Senado esta imagen es del todo incorrecta y seguramente se realizó en un intento de restaurar su imagen despues de su muerte, producida justamente por su pasividad en el poder que obligó a sus sucesores a asesinarle para evitar males mayores.

Estatua de Tiberio togado. Hallada en la residencia de Tibero en Capri. Museo del Louvre, París.
Bibliografía:
  • Roldán, José Manuel. Césares: Julio César, Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón: la primera dinastía de la Roma imperial. La Esfera de los Libros, 2008. Madrid.
  • De Quiroga, Pedro Manuel López Barja; Salmonte, Francisco Javier Lomas. Historia de Roma. Akal, 2004.

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